martes, 23 de noviembre de 2010

No busco que recuerdes todas las fechas importantes, ni que tengas un regalo en cada cumple mes. No pretendo que me llames todos los días, me gusta extrañarte de vez en cuando. ¿Qué importa si se te olvidó que detesto las películas de ciencia ficción cuando me invitas a ver una? Una relación sin peleas no perdura, la rutina mata la magia, las reconciliaciones endulzan el alma. Es tan satisfactorio pedirnos perdón, y abrazarnos, y tener más excusas para comerte a besos. Y hasta tengo que confesarte que me divierte verte borracho algún que otro fin de semana. Aunque me ponga celosa porque miras otras chicas, todo celo se esfuma cuando me decís: soy tuyo amor.
No quiero que me quieras sin libertad, que te ates y me ates a no saber equilibrar. No me gusta que me des la razón en todo, adoro ganar el desafío de dejarte sin palabras, y que esto sea recíproco. No quiero que seas un ser racional en todo momento, tus locuras me mantienen viva, y es hermoso verte dormir cuando estás cansado. No deseo que seas el perfecto príncipe azul de los cuentos de hadas. Te quiero de carne y hueso, con miedos y obsesiones, con caprichos y mala memoria, con ideas y sueños, y toda esa magia que llevas dentro. Y te quiero mucho más, tanto más que creo amarte, cuando me miras con tus ojos de ángel y se te escapa una lágrima sin querer.

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